La red de carreteras del Beni tiene un cuello de botella ineludible y perverso en este momento, el cruce del Río Mamoré, como le dicen. Las condiciones objetivas las pone la naturaleza con el caudal del agua, las lluvias y la terquedad política de dejar las cosas a medias. Las condiciones materiales están en manos de la voluntad absoluta de unos señores sacrificados llamados Pontoneros.
Lo que escuché la otra noche luego de una paciente espera de más de 2 horas, en voz de quien dirigía las operaciones, fue kafkiano: «van a pasar sólo autos chicos, los camiones, ya veremos cuando.» La palabra de la autoridad definía con esa sentencia que las mercaderías, el ganado y los productos de cualquier naturaleza debían seguir esperando un tiempo indefinido, aleatorio y frustrante. Hay lugares para que espere el ganado en el que se paga por cabeza 10 bs por día; había un señor Tobías que tenía 750 desde hacía 2 días, además del flete del transporte.
Hablar de desarrollo del Beni sin resolver la estupidez de este incordio, no parece responsable. El problema no es de los benianos, nos arrastra a todos. Sin embargo, creo que los benianos no tendrían que votar por ningún candidato que no se comprometa por escrito y firma notariada, resolver este Sin Dios inexplicable.
