Durante cuatro días podremos mofarnos de la solemnidad y de los cogotudos de todos los colores, sin que nadie nos meta presos. Las calles y las plazas se volverán casas de espera y la embriaguez de estos días, no nos convertirá en alfareros de nadie. Seremos voluntariamente vasallos de nuestra Reina, la Diablada y el sincretismo plurinacional que alucina. ¡Salud, invito, Maraca Mateo!!