(La Nación, enviado especial) (Plaza Pública).-En los últimos tiempos, y en particular la semana pasada, se esperaba lo peor. Desde la impugnación de los resultados y denuncias de fraude hasta incidentes, violencia y muertos. Sin embargo, coincidieron varios analistas, lo que sucedió ayer en Bolivia fue «la menos mala de las opciones»: una tranquila jornada democrática que desembocó en un empate político, que, de momento, no cierra las puertas al diálogo y a la concertación.
«Este referéndum es la misma fotografía desde otro ángulo de un fenómeno que Bolivia vive desde hace varios años: un país dividido», interpretó el analista político boliviano Gonzalo Chávez.
En términos políticos, el referéndum de ayer confirmó el balance de fuerzas que están en pugna por lo menos desde 2003, cuando cayó Gonzalo Sánchez de Lozada y se dio inicio a una nueva etapa en Bolivia.
Con el apoyo de los bolivianos del Occidente, fue respaldado el proyecto estatista e indigenista del presidente Evo Morales, que logró un porcentaje mayor al caudal de votos obtenido en las elecciones de 2005.
A su vez, las ricas regiones orientales expresaron un fuerte apoyo a sus respectivos prefectos (gobernadores) y rechazaron en las urnas la gestión oficialista, que obstaculiza sus intenciones de alcanzar una mayor autonomía.
De esta manera, los bolivianos volvieron a manifestar la polarización creciente que caracteriza su escenario político de los últimos tiempos.
«Este referéndum no ha cambiado la correlación de fuerzas, los desafíos que tiene Bolivia son los mismos que antes de esta consulta. El país se mantiene partido al medio y el gran asunto va a ser ahora cómo conciliar una agenda de inclusión social con una mayor autonomía regional», agregó el politicólogo Chávez.
A la hora de analizar el efecto que tendrá el referéndum revocatorio en la crisis boliviana, será determinante la lectura que hagan tanto oficialistas como opositores.
Del lado del gobierno, es innegable que Evo Morales obtuvo una clara victoria: superó el ya histórico porcentaje de votos obtenido en los últimos comicios presidenciales y más del 60% de la población boliviana respalda su gestión.
Sin embargo, cuando se estudian en detalle los votos obtenidos por el oficialismo, se puede ver que el mandato de Morales fue revocado en cuatro o cinco regiones (según el sondeo), sobre un total de nueve. Es decir, cuenta con un gran apoyo, pero que está muy concentrado a nivel territorial.
«Será peligroso si Evo interpreta el 60% de votos obtenidos como un cheque en blanco», estimó Fernando Mayorga, director académico del Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU).
Un cheque en blanco para el gobierno significa, en concreto, convocar a un referéndum para su proyecto constitucional estatista e indigenista sin someterlo a ninguna modificación, en particular, en lo que concierne a las autonomías.
«Esa lectura implicaría una mayor polarización porque la respuesta a esa decisión sería una radicalización de las autoridades departamentales», agregó Mayorga.
A su vez, también será determinante la lectura de los resultados que se haga en las regiones de Santa Cruz de la Sierra, Beni, Pando y Tarija, donde los prefectos fueron ratificados con porcentajes elevados y el voto contrario a Morales ganó por amplio margen.
Un presidente no reconocido
Las posturas más extremas sostenían que, en caso de que Morales no superara en esos departamentos el porcentaje que obtuvo a nivel nacional en 2005, no iban a reconocerlo a partir de hoy como su presidente.
«Las regiones tienen que entender que hay un líder nacional con respaldo mayoritario», afirmó el analista político Chávez.
En este contexto, luego del pronunciamiento del electorado, al gobierno y a los departamentos no les quedaría otra opción más que la concertación.
«La lógica de guerra en la que la única opción es derrotar al enemigo sólo trajo mayor división y resultados negativos. Si siguen pensando así, los problemas van a seguir. Lo que está fallando en Bolivia son los actores políticos», añadió Chávez.
Por eso, no son pocos los que creen aquí en Bolivia que los ciudadanos dieron ayer una notable lección a sus dirigentes, ya sean oficialistas u opositores. Al asistir de forma masiva a las urnas (se estima que la abstención fue baja) y al cumplir con sus obligaciones democráticas de forma civilizada (no hubo incidentes graves), demostraron que quieren resolver la crisis de forma civilizada.
«Más apoyo de la población a la democracia en una situación de crisis política tan aguda no se puede pedir. La tranquilidad fue inesperada en función de lo que se vivió en los días anteriores», dijo Mayorga.
«Ya no tiene sentido seguir preguntándole a la gente lo mismo. Ahora tienen que trabajar los políticos, que hasta ahora no estuvieron a la altura del mensaje que les envía la sociedad, que quiere negociación, diálogo y un acuerdo para poner fin a la crisis», concluyó.