Por no comprender el MAS los cambios que produjo en la vida social boliviana, y por la insistencia de mantener el componente «indígena originario campesino», está divorciado de las masas sobre las que construyó el relato y hoy responden a claves urbanas.
No es que hubiera desaparecido la impronta indígena, simplemente el foco está trasladado a las ciudades, donde se están trasladando las personas sin contar con los instrumentos que demanda la sociedad industrial, urbana, de consumo, de mano de obra especializada y de responsabilidades distintas a la vida rural. En 35 ciudades mayores de 50.000 habitantes, vivimos cerca del 80% de los habitantes.
Es la Paradoja más complicada que deberá enfrentar el MAS que no logra dimensionar que la contradicción urbana rural que planteó, ha sido resuelta por la evidencia empírica, por la población rural viviendo en ciudad. Y Evo Morales será responsable de la pobreza de migrantes a los que no reconoció ni les dio la cualidad de ciudadanos porque los necesitaba movimientos sociales rurales.
No existe un sólo pensador del MAS que interprete esta transición. Y por eso Evo, se sigue aferrando a una Bolivia que está en transición a otra distinta de la que se empoderó con la chompa a rayas, y el mundo lo alentó como el «buen salvaje».