El mar siempre tendrá un encanto inentendible para quien no sea boliviano. Se trata de la pulsión humana de pretender ser vecino del mundo, que sin embargo está unida a desfiles y discursos que no mitigan su carencia. En tiempos de cielos abiertos e Inteligencia Artificial ya no hay lamento y gracias al último libro de fotografías de Andres MacLean, comprobamos que poseemos casi todos los ecosistemas para valorarlos y compartirlos. Menos el mar.
Tenemos marcada a fuego la primera vez que nos pusimos frente a Él, conscientemente. Esta noche, va una grabación de sus olas incansables y emocionantes. Escuchalas con los ojos cerrados, por favor… A ver si logro transportarte.