La construcción privada del Puente Cristóbal Roda Daza, como en su momento lo fuera el Puente Mario Foianini Lozada, deja en evidencia las rupturas con una realidad que está terminando su ciclo. No se tratan solamente de unir dos iniciativas privadas en la otra orilla del río Piraí con Urubó Village y Jardines del Urubó, y que han desarrollado legítimos emprendimientos privados; junto a ellos, hay una suma extraordinaria de circunstancia que muestran la manera cómo se construye Bolivia generando un excedente masivo. Las críticas al descontrol sobre temas ambientales en la zona, y que tienen que corregirse, no logran anular la ilusión de dos millones nuevos de bolivianos que desde los otros 8 departamentos, tienen la expectativa de integrarse a un lugar que ofrece posibilidad de trabajo, seguridad jurídica y plusvalía en favor de su futuro, y pueda permitir vivir en un polo de desarrollo en esta parte de América. Y eso no es solamente, teniendo un lote. “Pese a los desafíos derivados de la pandemia y la compleja coyuntura económica nacional, el sector inmobiliario de Santa Cruz ha demostrado resiliencia. Los indicadores dan cuenta de una subida en la inversión en propiedades, una baja en la desocupación de edificios y un aumento de las ventas», dice Citrino Capitales Inmobiliarios. «La capacidad de resiliencia es, ante todo, en relación a la inestabilidad económica y política generada por el Gobierno. En este tema, el Estado se ha convertido en un adversario de la realidad», dice Roberto Barbery Anaya.
Seamos conscientes de la Bolivia que irrumpe, que está ofreciendo respuestas, y comprendamos el cambio inmodificable en el que estamos viviendo.
Si a pesar de los datos de un Censo que no convence, dimensionamos correctamente el crecimiento poblacional de la región metropolitana de Santa Cruz sumando los Municipios de Warnes, Copa Belgica, La Guardia, Cotoca, Montero, El Torno y Okinawa, y evaluamos las propuestas de desarrollo urbano de la Nueva Santa Cruz, Mar Adentro, Portones, URBANOVA, Celina, Novitierra, Mi Rancho, Creditierra, y la lista se vuelve provocadora, queda claro que tenemos que hacer un esfuerzo para comprender lo que esto significa. Hay bolivianos que están buscando oportunidades mientras otros, están preparándose para ofrecer respuestas a las necesidades crecientes de los nuevos habitantes de la metrópolis.
Por eso, mientras la vieja Bolivia se pelea por el usufructo del poder, se destroza voluntariamente de manera inimaginable y asquerosa, y plantea el bloqueo como alternativa, necesitamos un debate nacional para reconciliarnos con nuestro futuro.
No hay mucho tiempo.




