Están ocurriendo demasiadas cosas que debemos aprovechar para enfrentarlas y crecer como sociedad. Estas declaraciones de Evo Morales son magistrales para analizarlas en profundidad:
«Nunca dije eso, tengo un problema, los aimaras, quechuas, no perfeccionamos el castellano.»
La intensión de Evo es causar pena, conmiseración, compasión, lástima al apelar a la humanidad en favor del débil… Sin embargo, en sus 13 años de presidente y en los otros más que ejerció un liderazgo autoritario y avasallador, jamás expresó algo parecido, ni necesitó de un interprete para hacerse entender; aunque haya puesto en aprieto a sus voceros con la manida frase «el presidente ha sido mal interpretado…», que no fue por cómo lo dijo, sino por lo que dijo que siempre se entendió y muy bien. “El día de ayer dejé instrucciones precisas al vicepresidente de la República, y mediante el vicepresidente al comandante de la Policía nacional a hacer un operativo, a detener a estos mercenarios.”
Existe una lista larga de inexactitudes y errores, productos más bien de desinformación e ignorancia que de capacidad comunicativa. que la tiene extraordinaria. «Yo hago y le digo a mis abogados que lo arreglen», significa una construcción filosófica compleja que maneja categorías éticas y jurídicas que van más allá de su «mal hablar». Similar situación ocurre con su lenguaje en doble sentido erótico e irónico en lo político que demanda elaboración discursiva y que en este campo, no son habilidades comunicacionales de los pueblos indígenas, acostumbrados más bien a hablar directo y sin vueltas. Él, logra su objetivo, la hilaridad destemplada de la claque o la sonrisa misericordiosa de quien lo entiende, dejándose de lado la oportunidad o la pertinencia de lo expresado.
Donde puede haber alguna dificultad, y que lo amplíen los lingüistas, es en el tiempo de la conjugación de los verbos y no en la ejecución de la acción que termina siendo única y contundente, como la siembra, si está lloviendo o si el invitado prefiere comer charque o tunta.
En este caso, la frase, textual, dice: «Yo he disparado a la llanta del carro que estaba ahí, ya no podía alcanzar y rápidamente cambiamos al segundo carro y ahí estuvimos, seguimos disparando y picamos…»
Si nos dejamos mentir, que sea por nuestra voluntad, y no por pena «con un indígena que no habla bien el castellano» y que sin embargo, manejó este país como le vino en ganas.