Eloy Avila, Toyo para los amigos, tiene sobre sí una buena parte de la historia de Bolivia trajinada desde el Beni; puede contar lo que ha participado y relatar lo que conoce. Jorge Melgar Rioja en su libro biográfico, acompaña a su nombre la frase «vocación para servir», como título que hace honor a su don de hombre de bien. Médico de profesión y ciudadano responsable, suma su experiencia a los momentos de la política boliviana que debemos revisar, y mejor en su voz. No son los años, solamente, la mejor carta de presentación de la experiencia; lo es, también, la intensidad de lo vivido en combinación que en este caso, adquiere la calidad de testimonio.Dice de él, Ruber Carvalho: «Y hay que decir que como hombre de su época,Toyo fue un soldado de la Utopía, de esa utopía que enrola a las mentes soñadoras y abiertas y las ponen la ruta hacia el paraíso universal de la dialéctica libertaria, donde siempre estará esperando un mundo mejor, donde el pensamiento del ser humano, con su dignidad y su libre elección, se convierte en la premisa fundamental de la existencia.» Conversé con él hace tres días; está releyendo a Federico García Lorca. Suficiente.El mundo no empezó ayer, por suerte; si así hubiese sido, estaríamos privados de la amistad de este Grande. En esto de hablar bien de las personas que se lo merecen, Toyo facilita el trabajo.
El Grande de Toyo Avila
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